sábado, 13 de noviembre de 2010

Bajo el agua.

Desde mi ventana no se veía lo que es normal en cualquier habitación, la calle. Mi bloque estaba en una presa. Me asomé por mero aburrimiento y vi el gran muro de hormigón de la presa a la izquierda, con unas grandes y lejanas montañas ocupando mi vista a la derecha. El tiempo era malísimo, el cielo estaba negro cargado de nubes y llovía con gran fuerza. Desde luego esa gran tormenta haría que se llenase más la presa. Miraba la lluvia desde la ventana y llamé a mi padre cuando vi fuertes truenos.
Hablamos del tiempo como si fuese normal que lloviese de aquella forma cuando vimos que una ola descomunal venía hacia nosotros. La ola era más grande que nuestro bloque y venía de frente a cubrirlo todo. Mi padre gritaba que aquello era más que peligroso y que no podíamos hacer nada y corrió a avisar a mi madre. Yo me quede mirando por la ventana esperando su llegada. La ola chocó con el edificio con gran estruendo. El cristal asombrosamente aguantó y pronto vi que estabamos literalmente bajo el agua. Mi padre volvió y no dejaba de gritar viendo que nos cubría el agua. Por la fuerza de la ola el agua retrocedió para golpearnos de nuevo y cubrirnos. Estaría así hasta que el tiempo se calmase, pero el cristal aguantaba.

lunes, 1 de noviembre de 2010

El sobre.


Estoy con mi padre en uno de los pasillos del Parlamento mientras que, en la sala con la que comunica este pasillo, se encuentra el Rey leyendo uno a uno los artículos escritos en la nueva Constitución.
Mi tío, es diputado y se encuentra sentado en unas de las sillas que rodean al Rey al haber  sido elegido para entregarle un sobre al Rey, el cual firmará y la nueva Constitución habrá entrado en vigor.
Junto a mi padre, me acerco a la puerta desde la cual podemos ver el acontecimiento. Es el momento en el que mi tío debe acercar el sobre; sin embargo, está paralizado y sumido en un lejano pensamiento. El Rey le avisa por el micrófono que está esperándole y mi tío comienza a buscar desesperadamente entre sus folios el sobre. Todos los periodistas que presenciaban el acto centran su atención en él y son multitudes de flashes los que capturan a mi tío. Éste, abre su micro para anunciar que lo ha perdido y pide perdón a continuación.  Son instantáneos tantos los gritos, como las risas y la indignación de todos los allí presentes que obligan a mi tío a abandonar la sala. Puede apreciarse fácilmente la humillación en su rostro, siendo esto algo impactante puesto que siempre ha sido un hombre absolutamente inexpresivo.
Mi padre me da órdenes, me grita que debo correr hacia Córdoba y buscar el sobre por todos sitios para traerlo intacto de vuelta en el menor tiempo posible. Comienzo a correr, salteando escalones y personas que me entorpecen el camino.
Corro durante largas horas pero cuando llego a la Estación de Atocha ya es demasiado tarde. Allí encuentro a toda mi familia con numerosas maletas, esperando mi llegada para tomar un tren reservado únicamente para nosotros. No sabemos exactamente dónde nos deberemos bajar sólo sabemos una cosa: nos han echado del país.