domingo, 19 de septiembre de 2010

Costa y atracciones.

Andando llegué a una playa en la que había varias atracciones sueltas, propias de un parque más grande. El día era soleado pero no caluroso y la gente llenaba la playa, las atracciones y los puestos de helados. Me acerqué a la atracción más grande, una especie de tirachinas que lanzaba una jaula hacia arriba para luego caer. Era enorme y la gente esperaba de forma desordenada para montarse. Me puse el último de la cola y vi que en ella había gente de mi clase. Parecía una excursión.
Pronto llegué a ser de los siguientes en montarse y entonces llegó ella. Se me acercó una chica rubia de la que no podía decirse que supiese vestir. Para mi sorpresa me agarra la muñeca y me sonríe. Intento soltarme pero es imposible, mientras ella sigue sonriendo de forma estúpida. Al ver que intenta algo le solté que iba a tener un problema, a lo que me contesta con superioridad que con qué persona. Me estaba molestando sobremanera y me tenía que montar pronto, así que, aunque pudiese sonar cursi, le dije que con mi novia. Se quedó anonadada y no supo que contestar, así que me soltó y se fue, alejándose de la cola.
Llegó mi turno y me monté en la jaula que iba a salir disparada, agarrada por las cuerdas. Pronto me vi volando, pero no era lo que yo pensaba. No volaba hacia arriba sino hacia adelante. Volé por encima de la playa y comencé a sobrevolar el paseo marítimo. Pensé que pronto las cuerdas tirarían de mí y volvería a la posición de salida, pero no era así. De repente pasé por debajo de un puente, cosa absurda. No podía sin que chocasen las cuerdas. No sabía qué pasaba, pensaba que era un buen truco.
Volaba por encima de las calles que daban a la playa de aquella ciudad. Podía ver a la gente andando, sentada en las terrazas y haciendo sus cosas. Eran totalmente ajenos a mi vuelo, rápido y silencioso. Pronto vi que podía manejarlo a mi antojo, con lo que gané altura para descubrir que vería. Tras un rato observando la ciudad desde el cielo noté que no podía controlarme y que me dirigía al mar. Volé algunos minutos sobre el mar hasta que me estrellé. Me metí de cabeza en el mar, cayendo toda la presión del agua sobre mí.

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