En la calle todo transcurre con normalidad: la gente compra, tiene conversaciones, mira escaparates, o simplemente, mira el vaivén de los demás. Decido que lo mejor es esconderme porque así no me veré perjudicada, me meto debajo de un coche desde donde puedo verlo todo pero nadie me ve a mí.
Paso largos minutos escondida mientras ocurren varias explosiones y, de pronto, los coches arden, hay trozos de personas por todos lados, cuerpos quemados, edificios destruidos, gritos y sollozos,…
Decido salir de mi escondite, creyendo que tan sólo han pasado segundos cuando me doy cuenta de que realmente ha pasado más tiempo: probablemente han pasado semanas. Todo está en silencio y mientras ando, voy salteando los cuerpos que encuentro por el camino, o lo que queda de ellos e incluso puedo reconocer a algunos vecinos.
Al girar una esquina aparece un grupo numeroso de periodistas con cámaras y micrófonos, me atosigan con preguntas, además de no dejarme avanzar. Me agobian y no quiero discutir así que, introduzco mi mano en el bolsillo de atrás del pantalón, saco una Magnum y con una perfecta precisión acierto entre ceja y ceja con mis disparos, llenándolo todo de sangre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario