sábado, 21 de agosto de 2010

Amablemente.

Estaba en mi casa solo, en mi habitación, tranquilo como en cualquier día normal. Aparece él, que era compañero de clase. Nunca habíamos sido grandes amigos, pero tampoco enemigos, para nada. Nos llevábamos bien y no había nada que hiciese pensar que pasaría esto.
Estábamos sentados junto a la mesa entretenidos con algo. Los dos participábamos en el juego, pero había alguna separación entre nosotros y no hablamos. No se dijo una sola palabra pero todo era cordial. Con la misma cordialidad y simpatía saque el cuchillo y él no se alteró. Podría decirse que no me vio. Comencé a cortarle el cuello sin nervios y despacio. Yo estaba detrás de él. Los dos sentados y en silencio, participando. No opuso la menor resistencia. Me costó físicamente pero conseguí decapitarle sin mayor problema. Tenía entonces a un compañero en dos partes, decapitado, y eso ya no estaba bien.
El problema a resolver era deshacerme de la cabeza. Opté por lo fácil y fui hacia la ventana, pero tenía barrotes y no podía ser. Al contrario que en la realidad, vivía en un primer piso. Veia matorrales por la ventana, y gente, lo que no me venía nada bien. Me puse nervioso porque no podía tirar la maldita cabeza y me iba a meter en un problema. El cuerpo ya no estaba así que no había que preocuparse por eso. Volví a mirar la habitación intentando ver algo que me ayudase, y encontré la solución. La solución fue absurda, pero todo lo anterior lo era y no pasaba nada. Metí la cabeza en una bolsa de plástico y la puse en la parte más alta de una estantería. Nadie se daría cuenta.

1 comentario:

  1. En tu casa debe de ser que no limpiais el polvo... la virgen santa, este ya me lo conocía, tu y tus jornadas de estress!!

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